
El Palau simboliza el mecenazgo que embelleció Barcelona. Los orfeones de Anselm Clavé, Lluís Millet y Amadeu Vives. El modernismo wagneriano que abre las puertas a Europa.
En el Palau, el nacionalismo -católico y conservador- pasa a la oposición después de ganar dinero con el franquismo. La burguesía que vio sus iglesias quemadas y fábricas colectivizadas se vuelve a acordar del catalán y monta pollos contra el Régimen. En 1960, los «hechos del Palau» condenan a Pujol a la cárcel. La burguesía catalanista funda Òmnium y reconvierte el ‘Virolai’ montserratino en marsellesa antifranquista.
Con la democracia una mayoría social da carta blanca a un Pujol aureolado por su «martirologio». El apellido Millet, ligado al fundador del Palau, simboliza el mecenazgo cultural que da lustre a la sociedad civil.
Convergencia hace de la autonomía su coto corrupto. En el Palau, Félix Millet, impone la ley de la mordida con Montull: saquean una treintena de millones. El escándalo: Millet, escudado bajo un paraguas, entrando en el coche policial. Le acompañará Montull, la hija de este y el tesorero convergente Daniel Osácar. La mordida, detallará Millet, no era el 3 por ciento, sino el 4: 2,5 por ciento para Convergencia; 1,5 para él y Montull.
De Palau de la Música Catalana a Palau de la Corrupción Convergente. Algún vecino indignado cambia la plaza Millet por la plaza Bitllet (billete). El terremoto que resquebraja la fe en el nacionalismo catalán tendría más réplicas. En 2014, la confesión de Pujol, el Mesías que se consagró en el Palau.
El pasado domingo los vándalos avanzaban hacia el Palau y no precisamente para renovar el abono de conciertos. Un solitario cancerbero, bandera catalana en mano, consiguió disuadirles de que volvieran a hacer lo que habían hecho el sábado. Como la burguesía que conjuga la independencia con los antisistema que desvalijan sus tiendas y violentan sus templos culturales.
Es el paso del «trencadís» (fragmentos de azulejo con los que el modernismo componía bellos mosaicos florales) a la «trencadissa» (el destrozo). De los delincuentes de la patria, a los del chándal y el adoquín. El Palau de los cristales rotos. Como la sociedad catalana.