Mucho más interesante que el ficticio y maniqueo diálogo entre los Papas Benedicto y Francisco, popularizado en una película de aceptable factura, fue la entrevista real que Joseph Ratzinger y Hans Küng mantuvieron en Castelgandolfo cuando el primero fue proclamado Pontífice. Viejos amigos separados por la evolución de su pensamiento y por un abismo de responsabilidades: el uno, custodio de las certezas dogmáticas acrisoladas en el liderazgo de la Iglesia; el otro, paradigma de una crítica independiente sin más límite que la arrogante pero sincera lealtad a su propia conciencia. Respeto intelectual mutuo. Formalidad germánica. Discrepancias severas. Nadie sabe qué se dijeron. Sólo Kung relató con vaguedad un cierto acercamiento personal deudor de antiguos afectos. Doctrinalmente siguieron lejos; el teólogo… Ver Más
Fuente ABC