Bal ha admitido que da un paso difícil presentándose a estos comicios y saliendo de su «zona de confort» en el Congreso, pero ha defendido que hace lo correcto porque más complicada es la situación de muchas familias madrileñas, de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, de los hosteleros, de los 30.000 madrileños en la cola de dependencia o de los sanitarios. El portavoz de Cs ha recordado la promesa que hizo ayer: si Cs es decisivo, los 11.000 sanitarios contratados temporalmente para reforzar la sanidad en la pandemia se incorporarán de forma fija a las plantillas. No ha sido su única propuesta. También ha abogado por acortar las listas de espera en sanidad, por un plan de ayudas directas a los sectores más golpeados por el coronavirus, como el que elaboró Luis Garicano y planteó sin éxito Cs en la negociación de los Presupuestos Generales del Estado, por materializar la iniciativa de Garrido y de Aguado de que el abono transportes mensual cueste treinta euros a los jóvenes de entre veintiséis y treinta años -por debajo de esa edad ya está en veinte euros- y por mantener el metro abierto las veinticuatro horas del día. «¿Qué hubiera sido de esta ciudad con Filomena si Ángel Garrido no hubiera mantenido el metro abierto las veinticuatro horas?». Pero más allá de las medidas concretas, Bal acude a las elecciones con una idea que es una promesa a la vez: recuperar la «concordia» antes de que la polarización conduzca a una fractura social similar a la que se vive en Cataluña. Bal ha condenado sin ningún tipo de matiz la violencia que sufrió ayer Vox en un mitin celebrado en Vallecas. No obstante, también ha reclamado a todos sus adversarios políticos que bajen el «pistón de los insultos» -él se ha comprometido a hacerlo- y que tengan cuidado con lemas como «comunismo o libertad» o con presentarse como «el antifascista». Mensajes que a su juicio pueden «generar odio» en la sociedad. Iglesias y Netflix
Hacia el exvicepresidente del Gobierno nacional Pablo Iglesias, candidato de Podemos en las elecciones del 4-M, ha tenido varios recados. Primero, ha dicho que no puede entrar en el Ejecutivo regional alguien que se dedicaría a «ver series de Netflix» y después, respondiendo a las declaraciones en las que Iglesias dijo que hace falta ser «un cretino» para que a alguien le guste ser vicepresidente porque se trabaja mucho, ha apostillado: «Aquí nos encontramos con que el exvicepresidente del Gobierno dice que esto de trabajar es de tonto. Bueno, pues yo debo de ser tonto». Bal ha insistido en el discurso que está manejando Cs estos últimos días, con el que trata de situarse como una opción útil y pragmática frente a excesos ideológicos. La idea es convencer a los votantes moderados de que si Cs llega al cinco por ciento del voto, entra en la Asamblea regional y es decisivo, evitando así que condicionen las políticas Vox y Podemos. «Hay una opción política que no cree en las vacunas, que solo cree en un modelo de familia, que tiene una concepción teocéntrica de la sociedad… Y otra opción política que justifica la violencia si es contra quien no les gusta». Frente a ellas, Bal ensalza «una tercera España que no resuelve sus problemas a garrotazos», que apuesta por «la concordia» y que cree «en una libertad sin ira». El objetivo de Cs pasa por reeditar el acuerdo con Díaz Ayuso, «moderar» al PP e impedir que se repitan sus casos de corrupción del pasado -ha recordado la Gürtel, la Púnica y Lezo-, y que en la Comunidad de Madrid haya políticas económicas liberales sin abandonar las políticas sociales, medioambientales y culturales.
Fuente ABC